Cognitio LOCI
Felipe Meneses
Santa Cruz. Islas Galápagos
Ese día como tantos otros había ido a visitar las tortugas gigantes de la Isla en el lugar conocido como el Chato. El Chato no es el Rancho que te estás imaginando donde el paisajismo y los pozas de aguas construidas con retroexcavadora atraen a decenas de Galápagos Chelonoidis porteri; sino, la reserva dentro del Parque Nacional Galápagos donde las tortugas gigantes han vivido y se han encontrado por miles de años debido a la presencia de una charca de agua lluvia que se acumula en un vallecito a las faldas de un volcán parásito de cumbre truncada de donde nace el nombre de El Chato. En el pasado fue casi un sitio de peregrinación para turistas en busca de estos increíbles animales, hasta que un gran día del 2006, la poza se secó por completo.
Poco a poco las peregrinaciones al lugar se hicieron menos frecuentes hasta que prácticamente se detuvieron del todo, salvo por unos pocos osados guías (Telmo, Bazán y el Gallo), guardaparques pero sobretodo cazadores de chanchos salvajes y recolectores de frutas se atrevían a ingresar al lugar de visita, ahora casi irreconocible debido al abandono y acción de la naturaleza quien reclamaba para sí, el tesoro más grande de la isla.
Los Galápagos que son muy grandes en tamaño, abrieron nuevas trochas por todas partes y el lugar se convirtió en un laberinto total volviéndose en sí, un lugar casi peligroso, donde se ha perdido mucha gente, algunos pocos, no han podido regresar y algunos siguen desaparecidos. Con frecuencia la policía hacía búsquedas y caminaban con las fotos de los perdidos preguntando a visitantes si acaso los habrías visto.
Aunque mi primera visita fue en noviembre 2002 y luego de eso fui 1 o 2 veces, casi cada mes hasta que inició la Pandemia, en realidad solo llegue a conocer bien el lugar de la mano de Nelson Ballesteros, un ex guardaparque, aventurero de cepa, cazador, y amigo en 2005. Nelson y yo compartimos historias, y nos contamos historias de huellas, senderos, caminos perdidos, caminos históricos. Fue así como empezamos a documentar su memoria “senderista” de la isla.
Me llevo cientos de veces al Chato, me señalo cada desvío y ramal de cada caminito y hasta donde llegaba. Cuando faltó camino, hicimos nuevos, al punto que hasta los guardaparques utilizaron nuestros trazados para circunvalar la poza cuando después de 3 años de ausencia en el 2009 resurgió con furia y las antiguas sendas estaban cubiertas con agua hasta el pecho (también era parte de la aventura y los viajeros se diferenciaban de los turistas al aventurarse a esta ruta de clasificación épica).
Con Nelson, mapeamos la Isla de Sta Cruz. Me llevó a conocer túneles secretos, de esos que no se encuentran en el inventario. Un buen día, me dijo: “Ven a Bellavista (asentamiento próximo a Puerto Ayora), he macheteado la antigua trocha que usábamos los primeros colonos de la Isla, desde antes de que existiera Puerto Ayora. Por este camino llegó mi abuela embarazada de mi madre, documentemos este camino para la posteridad”. Y así lo hicimos. Nelson, más conocido como el Gallo, caminaba fijándose en todo, si veía huella de chancho, te decía de qué tamaño es y hace cuanto paso por ahí. Iba “monte adentro” a buscar burros para traerlos para su finca a trabajar.
Cuando fue guardaparque le daban tanques de agua para beber y rondas de municiones, mas no comida, ya que él iría a Islas como Santiago por un mes a bajarse los chivos, para quienes hemos hecho el ejercicio y práctica de andar caminos, los senderos son obvios y tienen una lógica de ser y si los empiezas a frecuentar, te darás cuenta de que una de las maneras más fáciles de reconocer el camino, es reconocer ciertos árboles, de poder discernir un camino con propósito de una senda de animales. Para mi esta práctica se la aprendí a los viejos Waorani en el Yasuni
Se ingresa a la reserva del Chato por varios puntos, los 4 más conocidos eran el de Miguel Ángel Arias (camino hoy reclamado por la natura), El Chato 2, Rancho Primicias y/o por el camino que lindera el Parque de la zona agrícola desde el poblado de Santa Rosa. Desde Primicias hacíamos un loop empezando en el lindero donde seguías el remanente del antiguo camino a la poza, había que seguir ciertos árboles de cedro y reafirmar que era el camino cuando te cruzabas una enorme raíz en donde iniciaba el descenso. Algunas pozas de tortugas gigantes confirmaban el camino. La planicie y un árbol de toronja (ahora muerto) que fue un antiguo campamento de cazadores y madereros de cedro (especie introducida a la isla), anunciaban que había que agacharse bajo la uña de gato (Zanthoxylum fagara) para llegar al primer ramal de caminos, a la derecha había ruta hacia el Chato 2 y continuando esa ruta otra ramificación que iba a donde Miguel Ángel, a la poza y a dar vuelta completa.
Si seguías a la izquierda llegabas más rápido a la poza y conectaba con el camino que daba vuelta a la poza donde hay siempre Galápagos en estado natural y al camino de guarda-parques para ir a la zona de anidación de Tortugas Gigantes. En la circunvalación del camino hay todavía un bosque del venenoso pero hermoso Manzanillo (Hippomane mancinella) y había que distinguir una zona de Senna aculeata para tomar el camino menos visible, pero correcto hacia las laderas del Chato y empatar con el sendero de tortuga correcto. Más toronjas y suelo arcilloso rojo era en cambio la seña para regresar hacia Primicias por el camino del parque, con frecuencia en este lugar había Galápagos rosados (baño de lodo volcánico) ya que también es el camino optado por las hembras para ir a la parte baja de la isla a enterrar sus huevos después de la temporada de apareamiento, ósea siempre que esté caliente y llueva (más claro Diciembre a Mayo), luego había que pasar por unos guayabillos (Psidium galapageium) y tomar izquierda para no ir por un camino de Tortuga hacia la nada…
Fue en este camino que los Galápagos me contaron de sí mismos: a partir del año 2006, empecé a registrar los números de las tortugas que hallaba en los caminos estrechos de El Chato con la finalidad de responderme a mí mismo si estaba viendo las mismas tortugas cada vez que hacía este recorrido o si eran diferentes. La muestra fue enorme, había veces que contaba 51 Galápagos en el camino y otras veces solo 5. Pero sumando, sumando.
En el año 2009 hice el primer análisis. Cientos de puntos marcados en mi GPS indicaban cientos de Tortugas gigantes halladas en el camino en esos 3 años. El Gallo estimaba que la población de Galápagos en la isla era por lo menos el doble o más de lo que el Parque sostenía y el Parque Nacional sostenía lo que tenía registrado. Las tortugas registradas en ese entonces y hasta el 2015 tenían un número asignado en la parte inferior izquierda de su caparazón. Nosotros anotamos las coordenadas, género, y el número (o si no lo tenían también). Descubrimos que Nelson tenía razón: 60% de los Galápagos anotados no estaban registrados, la gran mayoría eran machos (como era de esperarse por su biología y comportamiento) y para saciar mi curiosidad: de ese 40% de Galápagos anotados había visto 2 machos, 2veces.
En fin el conocimiento y exploración del terruño nace por una curiosidad personal sed de aprendizaje o de la mera necesidad, con el tiempo se convierte en habilidad y cuando se perfecciona, evoluciona en un arte. Este conocimiento que da cabida a sabiduría que además combina tierra con vida, con sus formas e interrelaciones se llama COGNITIO LOCI más claro Local Knowledge.
Andrés Fiallo
Good story… Memories of the trips I make with the students and park rangers through the sector to monitor the Galapagos came to my mind… I love walking through that forest!